
Bianca Castafiore posee un temperamento abiertamente histérico y una personalidad en la que la virtud de la modestia no tiene un papel muy destacado.
Más allá del repertorio musical (interpreta siempre la misma Aria de las Joyas, de la ópera Fausto, de Gounod), su cultura no parece muy extensa. Se emociona con mucha frecuencia y se desmaya ante la menor amenaza. Narcisista en extremo, la Castafiore no se mira más que a sí misma y es incapaz de darse cuenta de las reacciones que suscita en los demás.
En una memorable ocasión llegará incluso a autoinvitarse a Moulinsart, instalándose allí por algún tiempo. Sus relaciones con los otros personajes son, pues, un poco enmarañadas. Tornasol es el único que sucumbe al embrujo de la soprano. Y es que, con una interlocutora como ella, importa poco que la conversación carezca de sentido: cada uno es sordo a su manera.
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