
EL JEEP WILLYS COMO PROTAGONISTA Uno de los protagonistas, tanto de la exposición como de las aventuras de Tintín es el Jeep Willys MB. Rojo, sin capota, clásico entre los clásicos, le van a conducir distintos chóferes y, caso excepcional, va a aparecer en diversos capítulos de las aventuras del joven y atrevido reportero belga. En Tintín en el país del oro negro lo conducen los Dupont-Dupond (Hernández y Fernández); en Objetivo: la Luna el chofer es el profesor Tornasol. Otra versión más moderna, convertida en coche de bomberos toma cierto protagonismo en El caso Tornasol. Se pueden encontrar otros 4x4 en varios álbumes. Hergé dibuja un Land Rover serie I, sinónimo de riesgo, para los gendarmes belgas, que no simbolizan la idea de aventura en su sentido más puro. Es una de las “tácticas” narrativas que utiliza el autor para desplegar su sentido del humor y de la ironía. En Tintín y los Pícaros evoca el Land Rover serie III, en este caso el coche pertenece a Tapioca, uno de los numerosos dictadores contra los que lucha Tintín.
¡MOSCÚ NOS ESPERA! El primer y mítico álbum del héroe de Hergé, Tintín en el país de los Soviets, ya anuncia la importancia de los coches. Es una larga y loca carrera a través de la ex Unión Soviética y sobre todo, el punto de partida de una relación íntima y estrecha entre Tintín y los coches. Cuándo sale disparado de la frontera alemana con su perro Milú, en un Amilcar CGSS, el arranque le echa para atrás un mechón de pelo que, hasta entonces, llevaba como un niño bueno y corriente. A partir de entonces, Hergé sólo lo dibujará con su famoso tupé, subrayando la personalidad de un niño que no dejará de tener la inteligencia y perspicacia de un adulto. El coche entra en escena a toda velocidad, marcando la identidad del protagonista, el joven pero audaz reportero.
¡ATENCIÓN QUE ARRANCAMOS! Al igual que la obra, la presencia de los coches sigue el ritmo de los dos ciclos que los tintinófilos conocen bien y de los que habla Frédéric Soumois en su libro Dossier Tintín: el primer ciclo, de aventuras, termina con Hemos pisado la Luna e incluye los 17 primeros álbumes. Tintín viaja por el mundo, buscando respuestas a los misterios que surgen por su camino. En este ciclo, los coches son protagonistas personificados, con el poder de cambiar el destino del héroe. Son muy diversas las formas que tiene Tintín de coger un automóvil: coches prestados por amigos, como el Packard que el rey le deja conducir en El cetro de Ottokar para perseguir a los ladrones del cetro real y, en el mismo álbum, la moto FN M90 que utiliza para no perder a los terroristas que conducen el Opel Olimpia o el Lincoln Zephyr del Capitán Haddock en Las siete bolas de cristal; taxis, como el SIMCA que toma en Ginebra en El caso Tornasol, aunque acaba sumergido en el Lago Léman o el Peugeot de Moulinsart, en Las Joyas de la Castafiore, y vehículos que se paran cuando ven a Tintín haciendo autostop, como la caravana tirada por el Triumph Herald 1200 en la Isla Negra. También toma prestados los coches de los enemigos, siempre muy bien equipados. Suelen ser vehículos militares, no nos olvidemos que sus aventuras llevan a Tintín a luchar contra numerosos dictadores, como el coche del ejército de Alcázar en La Oreja rota, un Ford V8 Cabriolet equipado con una ametralladora.
Algunos coches aparecen por milagro y no se sabe muy bien a quién pertenecen. Es el caso, por ejemplo, del Cabriolé Bordurio en el que Tintín escapa con Haddock y el Profesor Tornasol de la fortaleza de Bakhin, en El caso Tornasol. El azar también interviene para ayudar al joven reportero: en Tintín en el país de los Soviets, aterriza en el asiento de un monoplaza de carreras; en Tintín en el Tibet, se sienta en un Cadillac que aparece milagrosamente para llevarle al aeropuerto.
¡CANASTOS! ¡ME PERSIGUEN! Los coches han pasado de ser protagonistas a ser aliados del personaje de Hergé. También coexisten con la noción de peligro, pues surgen varios accidentes y desventuras al volante. Estos percances permiten que Tintín progrese en sus investigaciones, por ejemplo, en El caso Tornasol: el Signor Arturo Benedetto Giovanni Giuseppe Pietro Archangelo Alfredo Cartoffoli atropella con su Lancia Aurelia al capitán Haddock. El Signor Cartoffoli ayuda entonces a Tintín a perseguir los secuestradores del profesor Tornasol que conducen un Citroën 1516. Este álbum, justamente, marca un giro y anuncia el inicio del ciclo doméstico, de la exaltación de la amistad en el que Tintín ya no elige las aventuras sino que se ve atrapado en la vorágine de un mundo cada vez más caótico. Es el deseo de ayudar a los amigos que le impulsa a abandonar su vida tranquila. Los coches se transforman poco a poco en simples accesorios hasta simbolizar, en algunas ocasiones, un poder negativo y peligroso, sinónimo de totalitarismo. Invaden el espacio, como en la escena de la concentración a la puerta de Moulinsart, donde se monta una feria (El caso Tornasol) y el punto culminante es la llegada al castillo del capitán Haddock de los miembros del Club del Volante presidido por Serafín Bombilla, en Stock de Coque. Ahí, un Cadillac destroza las escaleras, un Alfa Romeo, en marcha atrás, rompe la parte trasera del BMW 502, los Dupondt empujan su Citroën 2CV, todo es caótico y estrambótico.
CLÁSICOS Y RAREZAS Hergé dibujó muchos coches míticos como el Mercedes SK, símbolo del poder del ejército y la policía alemana, en Tintín en el país de los Soviets (se publica en 1930...); el Ford T de Tintín en el Congo; el Jeep Willys MB, el único coche que aparece en varios álbumes (Tintín en el país del oro negro, Objetivo: la Luna, El caso Tornasol); el 2CV de los Dupont-Dupond en El caso Tornasol y Las Joyas de la Castafiore, el Bugatti Type 35, llamado “Baby” que aparece en Tintín en América y el Land Rover de los gendarmes Belgas.
El autor, además, quería dar protagonismo a coches no tan famosos como el DS de Citroën, el Mark X de Jaguar o la pequeña berlina Alfa Romeo Giulietta, menos conocida que el modelo coupé y el cabrio. También plasmó rarezas como el Lincoln Torpedo GS de 1925 en Los cigarros del Faraón, el Cadillac Fleetwood de 1937 en Tintín en el Tíbet, el Isetta, un pequeño coche en forma de huevo y el Messerschmit KR, en forma de carlinga de avión, en Stock de Coque.
Tanto en su vida personal como a través de su héroe, Hergé ha vivido su pasión por el automóvil y ha permitido a ese fiel compañero de viaje formar parte del imaginario de su obra.
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